captura entrevista

Hace unas semanas Juan Antonio Navarro, Periodista de Código Nuevo www.codigonuevo.com se puso en contacto conmigo para participar en un artículo sobre las consecuencias que tiene sobre las personas el estar constantemente comparándose con otras.

Te adjunto el link para que puedas ver el resultado de su trabajo, donde hemos participado profesionales de la Psicología y el Coaching.

www.codigonuevo.com/compararte-siempre-con-los-demas-te-impide-ser-feliz

 

Te adjunto también algunas reflexiones que compartí con el Sr. Navarro a través de sus preguntas.

 

De acuerdo con un estudio del sociólogo Tim Wadsworth, de la Universidad de Colorado, seguimos midiendo nuestra satisfacción comparándonos con los demás y no tanto por lo que sentimos que debería ser nuestra vida. ¿Por qué ocurre esto?

 

Hemos creído que para saber dónde estoy , quién soy, si puedo mejorar, … es necesario medirlo y esa medición la hacemos con algo externo a nosotros. Nos medimos con algo o alguien de fuera. Vivimos en la “necesidad” de compararnos para saber dónde estamos y quiénes somos. Hemos perdido la “autoreferencia”. Así pues, esto ocurre porque la hemos olvidado y hemos instalado en nosotros la creencia que para tener respuestas a las preguntas “¿Quién soy?”, ¿Dónde estoy?”, etc. Debemos medirnos, compararnos con algo externo. Una creencia que nos desgasta y nos limita, pues pones el foco en algo externo, con lo cual dejas de verte y reconocerte tú, para dejar de ser autoreferente e imitar. ¿Para qué?… Quizá para agradar?!

 

Además es importante empezar a reconocer que existe una parte de “Ego”, ser más qué, tener más que, llegar más lejos que… Cuando mi vecino tiene un coche nuevo, yo también quiero y me compro otro y mejor que el de él, me estaré primero comparando y luego queriendo ser mejor. Con eso conseguimos alimentar al ego, y llegamos a pensar que “soy mejor” pues no sólo yo también lo he conseguido, sino que además tengo algo mejor que él (estoy en comparación). Así pues, también ocurre para creernos mejores.

 

¿Qué perfil de individuo tiene mayor tendencia a basar su satisfacción en el resultado de la comparación con los demás?

 

Todos aquellos que en algún momento hemos creído que triunfar es quedar por encima del otro. Todos aquellos que en algún momento hemos dejado de mirarnos a nosotros, para mirar fuera.

 

¿Cuánto hay de cultural y social en este comportamiento y cuanto de particular de cada persona? ¿Rodearnos de personas que se comparan mucho a los demás incentiva este comportamiento en nosotros? ¿Nos retroalimentamos en un bucle absurdo?

 

Cuando crecemos rodeados de unas costumbres o creencias es habitual no cuestionárselas, las consideramos verdades. Hemos convivido con ellas y son las que nos han sostenido. Además, las propias experiencias hacen que esas creencias o costumbres cobren peso en nosotros. Te pongo un ejemplo, Si de pequeño al darnos la nota de un examen en el colegio, nos dicen, porque así lo creen, que los que han obtenido una puntuación mayor a 8 son los que van a llegar más lejos y yo he obtenido un 6; con mi mente y emociones de niño, voy a empezar a compararme e imaginarme un futuro donde voy a sentirme quizá más limitado o mediocre. Si además a los que han obtenido una puntuación mayor de 8 los separan del grupo y hacen una actividad lúdica, a modo de recompensa, a la que el resto de la clase no tiene acceso, ese niño que ha obtenido un 6, obtiene una experiencia de esa situación, con lo cual se suma el componente cultural a la experiencia particular. Esa experiencia ratifica aquello que cultural o socialmente ya venía viviendo.

 

Nosotros, ya sea consciente o inconscientemente, somos quién elegimos con quién rodearnos y cuándo hacerlo, así que si estás rodeado de estas personas por y para algo es. Quizá para que veas en el lugar donde estas. Quizá para que empieces a mirarte a ti y preguntarte si es eso lo que quieres. Está claro que la energía se atrae, si en tu vida existen esas personas, si estás rodeado de personas que están en la constante comparación, quizá es el momento de preguntarse ¿dónde estoy yo?, ¿cuál es mi energía?

 

¿Qué repercusiones tiene este comportamiento en la autoestima? ¿Y en la conducta y toma de decisiones?

 

¿Cómo puede estar mi autoestima si para saber quién soy, qué quiero, dónde estoy, … voy buscando la respuesta fuera, en función de lo que tienen y dónde están los demás? Yo no puedo “controlar” el éxito externo, lo que tienen o dejan de tener los demás, por lo que si mi atención está ahí, el sufrimiento va a instalarse y mis pensamientos y sensaciones de “no poder” o “no ser suficiente” van a convertirse en creencias con poder de “verdades”. Aquello que crees, creas.

Como dice la canción “cambiar el mundo, empieza por ti”.

 

Cuando pierdo mi foco para ponerlo fuera, todas mis decisiones van a ser en función de algo externo. Ya no actúo desde mí, ya no siento desde mí, ya no pienso desde mí. Si me olvido de mí, de lo que realmente soy y deseo, si desconecto de mi camino, de mi autoreferencia, es inevitable que me afecte en la toma de decisiones y en mi conducta. Dejo de ser yo para imitar o querer ser lo que no soy. ¡Qué sufrimiento!

 

¿Cómo afecta a nuestra percepción el mundo? ¿Es un hándicap a la hora de valorar las cosas positivas que hay en nuestra vida?

 

Podríamos decir que es un mundo difícil, complicado; aunque, cómo no va a serlo, si mi percepción de ese mundo depende de lo que son, sienten, tienen, hacen, … los demás?!

Lo que llamas cosas “positivas” pasan desapercibidas cuando mi atención está en el otro. En cambio es curioso como observo y me doy cuenta de las que etiqueto como “negativas”, pues así sumo peso a la exigencia para llegar a alcanzar al otro. Me vuelvo víctima de mí mismo, vuelvo a hacer servir al otro para medirme y autocastigarme.

 

A veces, la comparación puede dar un resultado positivo, en el sentido de que salimos “ganando”. ¿Sigue siendo un hábito insano aunque pueda proporcionar pequeñas dosis de satisfacción?

 

Claro, al Ego no le gusta sentir la sensación de “perdedor” ni jugando a las canicas. Con lo que va a estar en constante búsqueda de situaciones donde pueda creerse “ganador”. “Bueno, al final no me han pagado el total del bonus anual ya que no se ha conseguido el volumen de ventas necesario para alcanzar el 100% del importe, me pagan el 65%, pero peor ha sido el caso de los comerciales de la zona Este, que no lo han conseguido y sólo les pagan el 45%” Sigues mirando fuera para no verte, sigues anulando la autoreferencia en búsqueda de una externa.

Hemos creído que la satisfacción nos las dan personas, cosas o situaciones externas a nosotros. Esta creencia es fuente de sufrimiento, ya que, como hemos comentado anteriormente, nosotros no podemos controlar aquello que no depende de nosotros.

 

Idolatrar, que es un modo de compararse, ¿tiene algún beneficio si aumenta la ambición y las ganas de mejorar? ¿O sigue siendo un comportamiento equivocado?

 

Realmente no existen comportamientos equivocados, son comportamientos que creemos válidos o se convierten necesarios en algún momento. Gracias a ellos puedes verte, aprender y crecer.

Cada vez que me comparo y quiero ser o llegar a dónde está otra persona, me olvido de que yo no soy esa persona. Es importante recordárselo y hacer un trabajo personal donde conectes con lo que realmente deseas por y para ti. Si bien es verdad que puedes resonar o vibrar con alguna persona que conoces o ves. Esa puede ser una referencia, una luz en tu camino, pero no la luz que alumbre todo tu camino. Fíjate en los faros el mar, los barcos buscan su luz y les guía, pero el barco nunca quiere llegar a faro y sacarlo de allí para dar luz él. El faro le puede servir de guía en el camino, pero el barco conoce su camino y lo sigue aunque deje atrás el faro. Sabe que hay más faros y que la función de ellos es solo alumbrarles el camino, pero el propio barco tiene luces y es el que llega a destino. El faro no llega a destino por él.

 

La mayoría de Coachs y motivadores de este perfil hablan de sustituir el compararse con los demás con compararse con uno mismo para mejorar. ¿No continúa eso siendo un comportamiento malsano? Me explico: ¿no deberíamos trabajar el hábito de estar en paz y armonía con lo que hay? Al fin y al cabo, al igual que es injusto compararse con otros porque sus circunstancias son diferentes, también lo es compararte con tu pasado, pues también eran circunstancias diferentes.

 

Necesitamos (y volvemos a estar en necesidad) la comparación para sentir nuestra evolución. Aunque una cosa es comparar y otra exigir.

Quizá es inevitable volver la vista atrás y ver nuestra evolución. Eso nos lleva a comparar la situación actual con la pasada. Quizá ahí resida también parte de “Ego”, que tiene esa necesidad de ganar, de ser superior, entonces entra la competición con nosotros mismos.

Nos exigimos cada vez que no aceptamos dónde estamos, cada vez que queremos salir (o huir) del punto, situación, en la que estamos. Es ahí cuando no puede existir la armonía y paz. No quiero lo que tengo.

El hecho de querer seguir avanzando desde la curiosidad de un niño, desde las ganas y la pasión, con la referencia puesta en nosotros mismos, apreciando, siendo conscientes, del lugar donde estamos, agradeciendo el camino recorrido, nos abre las puertas de esa aceptación y armonía.

 

¿No resultaría más importante aprender a aceptar quien eres que ambicionar a “mejorar”, sea cual sea el referente? No hablo de conformismo, hablo de no tratar de evolucionar por puro ego, que al final se convierte en el truco de la zanahoria y el burro.

 

Suelo poner un ejemplo que me resulta muy claro. Un niño de 6 años aprende a sumar, es alucinante el proceso de aprender a sumar y poder empezar a resolver problemas. Se abren ante el niño nuevas posibilidades. Puede sumar los caramelos que tiene en el bote más los que le acaban de regalar. Sabe cuántos caramelos tiene.

Ese niño con 8 años aprende a multiplicar y sabe que si en una fiesta de cumpleaños hay 8 niños y cada uno de ellos tiene 4 caramelos, en total tienen 32 caramelos. Nuevamente el niño tiene más herramientas y nuevas posibilidades para resolver sus dudas, inquietudes y vamos a decir “problemas”.

La pregunta a la que quiero llegar es, ¿Ese niño con 8 años se castiga, se lamenta, por no haber sabido multiplicar con 5 años? Es evidente que para aprender a multiplicar era necesario saber sumar y que todo tiene un proceso. Eso los adultos lo olvidamos y nos exigimos en presente el resultado del futuro y nos exigimos en pasado los resultados de futuro!

 

¿Qué técnicas o pensamientos pueden ayudarnos a romper con el vicio de las comparaciones? ¿Podemos abandonar este comportamiento por completo o es parte de la psicología humana y siempre quedará algo?

 

Cada vez que queremos huir de esos pensamientos o comparaciones vivimos atrapados en ellos. El hecho de ser conscientes de que aparecen, el hecho de verlos, ya nos hace coger distancia de ellos. Verlo es el paso necesario para el avance. Sin ese primer paso, no cruzamos el puente.

¿A alguien le gusta el abandono?

Si le preguntáramos a un fumador que se está planteando dejar de fumar si puede dejarlo por completo para siempre, es probable que el nerviosismo, el estrés, las inseguridades se instalaran en él. Qué “peso” tiene ese “para siempre”, ahí ya volvemos a la exigencia. Quizá podamos volver a la pregunta 8, aquí desaparece la armonía y la paz. Qué tal si empezamos a ver y aceptar el punto donde estamos y sólo por 5 minutos me “reto” a no fumar un cigarro.

 

Juan Antonio Navarro & Cecília Ruiz

 

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